AGUAS-SANTAS POR EL MUNDO (1): CUMANÁ (VENEZUELA)
VIRGEN DE LAS AGUAS SANTAS Patrona del Municipio. A fines del siglo XV Venezuela experimenta la llegada de expedicionarios españoles, a...
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VIRGEN DE LAS AGUAS SANTAS
Patrona del Municipio.
A fines del siglo XV Venezuela experimenta la llegada de expedicionarios españoles, algunos de ellos buscadores de aventura y otros de fama, poder y riqueza. Estos descubridores tenían una misión distinta a la de los colonizadores, quienes en su mayoría les preocupaba el desarrollo y la culminación religiosa.
De las mujeres y los hombres extranjeros que poblaron las tierras arayeras perduran a través del tiempo sus costumbres colonizadoras, para gran suerte fueron esos primeros visitantes los que fundaron las bases cristianas de toda la península. Según afirmamos de algunos escritores fueron frailes Franciscanos los primeros religiosos en pisar tierra arayera; casualmente en un viaje que realizaban de Margarita hacia Cumaná. Pero es el punto de partida, la construcción del Castillo de Araya, merecidamente llamado por el Gobernador Don Carlos de Sucre “La mejor Alhaja de América”, cuando se desarrolla una mayor labor religiosa la llegada de la venerable Virgen “de las Aguas Santas”.
Al concluirse la Fortaleza ésta fue ocupada por una fuerza militar que incluía en su conformación a un Capellán que sería el encargado de de las labores religiosas. Las familias de estos militares formaron una pequeña población muy cerca del Castillo, aproximadamente al alcance que tenía medio tiro de cañón, así se sentía resguardadas y protegidas. El resto de la población estaba en las cercanías de la Gran Salina.
A parte de la Capilla de la Fortaleza donde se veneraba al Santísimo, el Capellán realizaba la Santa Eucaristía en una pequeña capilla construida muy cerca de la Fortaleza donde asistía la gente del pueblo. En cuanto al origen de nuestra “Virgen de las Aguas Santas”, se trata de un soldado español a quien se le había formado una llaga incurable “una lepra” en una de sus piernas. Este, en momento de angustia y desconcierto que no había podido curarse, en un acto de fe cristiana suplicó a la Santísima Virgen que le curar su mal y con las aguas saladas, las algas y limo de ese mar arayero logró sanarse para siempre. Inspirado en esas aguas que para él fueron “Santas”, buscó en España una imagen que llamaría o denominó “Nuestra Señora de las Aguas Santas”.
Los nativos de estas tierras salineras a través de las distintas generaciones cuentan y afirman de esta manera: “Había un soldado español de apellido Villiarte o Villarte, quien había venido desde España con un hermano. Que era Sacerdote; desde la misma España estaba padeciendo de una lepra que no podía curarse, como cosa providencial, si así, puede decirse, en una conversación que tuvo con un jornalero salinero, le enseñó la llaga y e contó de su sufrimiento y preocupación. El humilde hombre lo invito para que fuese al sitio denominado la “reguera”, que es una especie de drenaje por donde viene el agua del mar hacia el “pozo grande” que alimentaba antiguamente y actualmente la Gran Salinas; allí se dijo: ´coja esa agua y esos limos o algas, frótese con ellos y así se curará, pues nosotros nos curamos las llagas que nos producen las cortaduras de la sal cuando la explotamos´. El soldado invocó a la santísima virgen y dio inicio al procedimiento, al cabo de poco tiempo la llaga empezó a sanar hasta su curación total. El agradecido cristiano empezó por labrar una imagen de la virgen milagrosa, que lo había sanado, pero no logrando hacer su obra, le encargó a su hermano buscar en España como terminarla de acuerdo a su impresión.
Pasado un tiempo llegó la ansiada imagen a quien bendijeron con el nombre de Virgen de las “Aguas Santas” y que a través del tiempo se perpetúa como Patrona de la región”. En el año de 1762 cuando el Rey ordena la destrucción de Castillo de Araya, la fuerza militar con toda su familia se traslada a Cumaná y con ello se lleva a la imagen sagrada que colocan en la iglesia de Santa Inés, parroquia a la cual pertenecía Araya. Después de un tiempo es llevada a Carúpano por el señor Luís Acuña allí permanece hasta que el arayero Regalado Rivero (viejo) se trasladó a Carúpano a buscar a la venerada virgen y la regresa nuevamente a su pueblo; en otra ocasión la virgen fue llevada a la población de Manicuare, pero nuevamente los Arayeros la traen a su pueblo de origen. La imagen fue colocada en una pequeña gruta en el frente y centro de la Calle Rivero (antiguo Pasaje) hasta que en ese mismo sitio se construyó una pequeña capilla. Actualmente hay una iglesia en el mismo sitio a donde asiste el pueblo ferviente y devoto de la Santísima Patrona. Un testimonio de la antigua Capilla de “Nuestra Señora de Las Aguas Santas” lo constituye la afirmación que hace el Barón de Humboldt, en su visita a la población de Araya el 19 y 20 de agosto de 1799, cuando dice. “Se observa a poca distancia de la fortaleza, las minas de una Capilla hundida en la arena y cubierta de maleza”.
Con este mismo nombre de “Aguas Santas” se fundó en Cumaná un convento que fue destruido por el terremoto el 5 de julio de 1853. También en la parte noroeste de la ciudad de Cumaná existió el Castillo de “Aguas Santas” construido en el año de 1761 pues desde allí se dominaba toda la zona de Caigüire y de las costas peninsulares, su función era defender la ciudad de Cumaná de cualquier ataque sorpresivo. Allí se realizaron varias batallas de la época independentista, de este sólo quedó el recuerdo de su existencia.
A fines del siglo XV Venezuela experimenta la llegada de expedicionarios españoles, algunos de ellos buscadores de aventura y otros de fama, poder y riqueza. Estos descubridores tenían una misión distinta a la de los colonizadores, quienes en su mayoría les preocupaba el desarrollo y la culminación religiosa.
De las mujeres y los hombres extranjeros que poblaron las tierras arayeras perduran a través del tiempo sus costumbres colonizadoras, para gran suerte fueron esos primeros visitantes los que fundaron las bases cristianas de toda la península. Según afirmamos de algunos escritores fueron frailes Franciscanos los primeros religiosos en pisar tierra arayera; casualmente en un viaje que realizaban de Margarita hacia Cumaná. Pero es el punto de partida, la construcción del Castillo de Araya, merecidamente llamado por el Gobernador Don Carlos de Sucre “La mejor Alhaja de América”, cuando se desarrolla una mayor labor religiosa la llegada de la venerable Virgen “de las Aguas Santas”.
Al concluirse la Fortaleza ésta fue ocupada por una fuerza militar que incluía en su conformación a un Capellán que sería el encargado de de las labores religiosas. Las familias de estos militares formaron una pequeña población muy cerca del Castillo, aproximadamente al alcance que tenía medio tiro de cañón, así se sentía resguardadas y protegidas. El resto de la población estaba en las cercanías de la Gran Salina.
A parte de la Capilla de la Fortaleza donde se veneraba al Santísimo, el Capellán realizaba la Santa Eucaristía en una pequeña capilla construida muy cerca de la Fortaleza donde asistía la gente del pueblo. En cuanto al origen de nuestra “Virgen de las Aguas Santas”, se trata de un soldado español a quien se le había formado una llaga incurable “una lepra” en una de sus piernas. Este, en momento de angustia y desconcierto que no había podido curarse, en un acto de fe cristiana suplicó a la Santísima Virgen que le curar su mal y con las aguas saladas, las algas y limo de ese mar arayero logró sanarse para siempre. Inspirado en esas aguas que para él fueron “Santas”, buscó en España una imagen que llamaría o denominó “Nuestra Señora de las Aguas Santas”.
Los nativos de estas tierras salineras a través de las distintas generaciones cuentan y afirman de esta manera: “Había un soldado español de apellido Villiarte o Villarte, quien había venido desde España con un hermano. Que era Sacerdote; desde la misma España estaba padeciendo de una lepra que no podía curarse, como cosa providencial, si así, puede decirse, en una conversación que tuvo con un jornalero salinero, le enseñó la llaga y e contó de su sufrimiento y preocupación. El humilde hombre lo invito para que fuese al sitio denominado la “reguera”, que es una especie de drenaje por donde viene el agua del mar hacia el “pozo grande” que alimentaba antiguamente y actualmente la Gran Salinas; allí se dijo: ´coja esa agua y esos limos o algas, frótese con ellos y así se curará, pues nosotros nos curamos las llagas que nos producen las cortaduras de la sal cuando la explotamos´. El soldado invocó a la santísima virgen y dio inicio al procedimiento, al cabo de poco tiempo la llaga empezó a sanar hasta su curación total. El agradecido cristiano empezó por labrar una imagen de la virgen milagrosa, que lo había sanado, pero no logrando hacer su obra, le encargó a su hermano buscar en España como terminarla de acuerdo a su impresión.
Pasado un tiempo llegó la ansiada imagen a quien bendijeron con el nombre de Virgen de las “Aguas Santas” y que a través del tiempo se perpetúa como Patrona de la región”. En el año de 1762 cuando el Rey ordena la destrucción de Castillo de Araya, la fuerza militar con toda su familia se traslada a Cumaná y con ello se lleva a la imagen sagrada que colocan en la iglesia de Santa Inés, parroquia a la cual pertenecía Araya. Después de un tiempo es llevada a Carúpano por el señor Luís Acuña allí permanece hasta que el arayero Regalado Rivero (viejo) se trasladó a Carúpano a buscar a la venerada virgen y la regresa nuevamente a su pueblo; en otra ocasión la virgen fue llevada a la población de Manicuare, pero nuevamente los Arayeros la traen a su pueblo de origen. La imagen fue colocada en una pequeña gruta en el frente y centro de la Calle Rivero (antiguo Pasaje) hasta que en ese mismo sitio se construyó una pequeña capilla. Actualmente hay una iglesia en el mismo sitio a donde asiste el pueblo ferviente y devoto de la Santísima Patrona. Un testimonio de la antigua Capilla de “Nuestra Señora de Las Aguas Santas” lo constituye la afirmación que hace el Barón de Humboldt, en su visita a la población de Araya el 19 y 20 de agosto de 1799, cuando dice. “Se observa a poca distancia de la fortaleza, las minas de una Capilla hundida en la arena y cubierta de maleza”.
Con este mismo nombre de “Aguas Santas” se fundó en Cumaná un convento que fue destruido por el terremoto el 5 de julio de 1853. También en la parte noroeste de la ciudad de Cumaná existió el Castillo de “Aguas Santas” construido en el año de 1761 pues desde allí se dominaba toda la zona de Caigüire y de las costas peninsulares, su función era defender la ciudad de Cumaná de cualquier ataque sorpresivo. Allí se realizaron varias batallas de la época independentista, de este sólo quedó el recuerdo de su existencia.